sábado, 11 de agosto de 2012

Skinny love

Desde un buen principio te conté que era tímida y que tampoco era el tipo de chica que suele gustarle a los chicos. Tú te reíste, ya fuera a causa de la cantidad de alcohol que corría por tus venas o porque realmente te hizo gracia aquello que dije, y después me respondiste que aquello no podía ser posible, que entonces cómo podía ser que a ti te encantase. Yo reí también, supongo que como tú, a causa del alcohol y te lo negué, te pedí que dejaras de decirme mentiras. Estando yo sentada sobre tu regazo, pasando mi brazo derecho alrededor tu cuello, acariciándote el pelo con la mano y teniendo la otra apoyada en mi pierna y rodeada por la tuya, me miraste a los ojos y volviste a susurrarme en el oído: "Me encantas, te lo repetiré  todo lo que sea necesario hasta que te lo creas." Me mordí el labio inferior pues realmente no sabía qué contestar. Aquello había hecho que el latido de mi corazón se acelerara y llegué a ruborizarme ya que notaba como mis mejillas empezaban a arderme. "Me encantas, ¿te lo crees ahora?" Preguntaste. Asentí lentamente con la cabeza, te acercaste y me besaste. Seguía pensando que mentías, no podía ser que a alguien como tú llegara a gustarle y mucho menos encantarle, pero en mi interior, en algún pequeño lugar, llegué a creérmelo.


"Te pedí que fueras paciente, te pedí que estuvieras bien,
te pedí que fueras equilibrado, te pedí que fueras comprensivo."

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