lunes, 27 de agosto de 2012

Drunk

Tras terminarnos la botella de licor 43, saco el móvil de mi pequeño bolso blanco e intento averiguar qué hora es. Una vez consigo vislumbrar bien los números, anuncio que es hora de levantarnos e irnos si no queremos llegar tarde. Así pues, me agarro a la barandilla de las escaleras en las que estamos sentadas y hago fuerza para ayudar a ponerme en pie. Una vez lo consigo, siento cómo se me nubla la vista y al intentar dar un paso para ponernos en marcha, tropiezo con el vaso que había dejado en el suelo hace un momento y casi caigo. Mis amigas sonríen pero no me prestan demasiada atención ya que una de ellas se encuentra en peor estado que yo. La ayudamos a mantenerse de pie, llevándonosla con nosotras agarrada al brazo. Para cuando llegamos a la discoteca, vemos que hay una cola enorme que nos hace plantearnos si conseguiremos entrar, pero una vez dentro, dejamos nuestros bolsos en el guardarropa y nos olvidamos de todo. Es entonces cuando en un segundo, como un flash, recuerdo que él no va a estar esa noche. Al estar borracha, se hace todo más fácil así que no puedo evitar decirle a mi amiga que quiero que él esté allí. Ella sólo sonríe y me mira con los ojos brillantes. Me muerdo el labio pues, en realidad, no debí haber dicho eso, y cambio de tema rápidamente. Nos dirigimos hacia la pista de baile, mezclándonos entre todos y dejamos pasar el tiempo mientras nos perdemos en nuestros pasos de baile, sin importarnos cómo nos movemos o con quién bailamos, pues la noche es joven y hay que disfrutarla de principio a fin.


No hay comentarios:

Publicar un comentario