lunes, 11 de febrero de 2013

Recuerdos

Abro la caja sin prisa, me la quedo mirando y sonrío. La rosa de plástico está allí colocada sobre la gran multitud de cartas y postales de personas en las que solía confiar, la cinta de mi dieciocho cumpleaños, una piruleta de mi diecisiete cumpleaños que me recuerda a una oportunidad perdida, aquel pañuelo rojo que nos regalaron en la entrada de la discoteca en verano y con el que me tapé el cuello para que no se notara la marca, los tres colgantes de la misma discoteca que brillaban en la oscuridad y con los que me decías que gracias a eso me localizabas, algunas fotografías con amigas a las que ya ni saludo, anillos de la amistad que quedaron olvidados en un cajita de papel verde. Yo voy guardándolo todo porque aún no estoy lista para dejarlo estar, me dijo mi amiga cuando hablamos el otro día. Y yo hago lo mismo. No sé si es bueno dejarlo todo allí, recordar los grandes momentos, las oportunidades desperdiciadas, el tiempo perdido; pero supongo que de alguna manera prefiero llorar por lo sucedido, mantenerlo en mi mente, y cuando crezca y tenga corazón para hacerlo, lo dejaré ir. Olvidaré el pasado.


miércoles, 16 de enero de 2013

Verba volant, scripta manent

Yo opté por quedarme callada y pensar; creía que aquello era lo mejor. Acababa de leer la carta escrita con buena caligrafía. Lentamente, la volví a doblar y la guardé en su sobrecito de color violeta con pequeñas nubes azules. Me dolía el estómago... o quizá era el pecho. Reprimí las lágrimas y sonreí; no podía permitirme llorar en la fiesta de mi cumpleaños. Aunque aquello dolía. La carta estaba repleta de frases bonitas, de virtudes, de no cambies, de palabras llenas de sentido que parecían estar vacías. Sin duda, era el pecho, no el estómago. Los recuerdos aparecían de uno a uno en mi mente y rápidamente se desvanecían. Y yo me preguntaba por qué. Por qué aquellas palabras pretendían ser totalmente distintas a los hechos. Días sin hablar, planes, viajes, borracheras sin mí; secretos, falsas palabras, excusas. Y después me encontraba leyendo un trozo de papel en el que se me decía que, a pesar de las dificultades, todo se supera y que una amiga está siempre en el corazón.   La carta se encuentra ahora bien guardada porque, con el tiempo, la memoria es traicionera y lo único que permanecen son las palabras.