jueves, 11 de octubre de 2012

La llama de la vela


Cojo con la mano derecha el mechero rojo guardado en uno de los cajones de la cocina y me acerco a la vela ya colocada sobre el pastel de cumpleaños. Muevo rápidamente el dedo, haciendo que el mechero se encienda y aparezca una cálida llama. La acerco lentamente y veo, como si dos polos opuestos se unieran y en cuestión de un segundo, la llama, en continuo movimiento, acaricia la mecha, haciendo que ésta comience a calentarse y cambie de color hacia uno más oscuro como el del carbón tras arder, negro desgastado. De las partes más cercanas de la mecha comienzan a saltar pequeñas chispas doradas que con el tiempo terminan siendo llamas, uniéndose unas con otras para crear una única, la cual desprende un calor confortable. Ésta, con una mezcla de color rojizo-amarillento, comienza a moverse rápidamente en su pequeño espacio, aumentando y disminuyendo a medida que va alimentándose del oxígeno que encuentra a su alrededor. La mecha empieza a torcerse y enrollarse, mientras que el calor desprendido se encarga de derretir la cera para así poder mantener esa llama viva.

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