miércoles, 7 de noviembre de 2012

El olor del invierno


Abro rápidamente la puerta pues llevo algo de prisa y nada más poner un pie en la calle siento como el frío del ambiente me golpea el rostro, dejándomelo congelado en pocos segundos. La temperatura debe de ser de unos 10º centígrados, siendo las seis y cuarto de la tarde. No hace viento, por suerte, pero el frío de las calles puede olerse perfectamente. Sí, puede olerse. Cuando una inspira, recoge el oxígeno frío del aire que llena los pulmones de frescor. Ese que te golpea fuerte y hace despertarte sin opción alguna. Ese frescor que te invita a ponerte bufanda, gorro y guantes para conseguir estar más calentita. El que te indica que el invierno está por llegar y con él vendrá el ambiente un poco seco, quizá algo de nieve, los amaneceres a las ocho de la mañana, los atardeceres a las cinco de la tarde, el vaho que sale de tu boca nada más salir a la calle, la nariz colorada por el frío, las ganas de quedarse en casa para hacer maratón de películas. Noviembre es un mes que deja atrás octubre y da paso a diciembre, siendo un intermediario entre otoño e invierno, aquel que te muestra ambas partes: la lluvia, la caída de hojas y el color anaranjado del otoño con el frío, la nieve y el color azul del invierno.

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