lunes, 19 de noviembre de 2012

Buenos días

El despertador comienza a sonar por tercera vez y yo me veo obligada a levantarme una vez más para apagarlo. Vuelvo a la cama. Fuera hace frío a las siete de la mañana pero aquí dentro se está calentito. Me cubro el cuerpo con el edredón recién lavado que desprende un agradable olor a limpio, cosa que me atrae aún más a quedarme allí tumbada. Se escucha el silencio de mi casa vacía alternándose con el sonido de mi respiración profunda. Mi mente se encuentra en debate consigo misma para decidir si quedarme allí un ratito más o levantarme finalmente y empezar el nuevo día. Cinco minutitos. Piensa. Las sábanas de franela son las culpables de que decida quedarme acurrucada. Tumbada de lado con las piernas dobladas, una mano sobre mi estómago y la otra debajo de mi almohada para conseguir levantar un poquito más la cabeza, cierro los ojos nuevamente lamentándome por no haberme acostado antes anoche. Mi mente en blanco comienza a perderse entre pequeños sueños sin sentido con mezclas de colores y movimientos. Todo se vuelve confuso e inconsciente. Mi mente vaga por simples recuerdos y deseos. Mi cuerpo queda dormido lentamente, sin sentir cosa alguna. Imágenes comienzan a reflejarse y las siluetas se hacen más visibles. Me siento aliviada y libre.
Pip, pip, pip. Pip, pip, pip. Vuelve a sonar el despertador.


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