domingo, 16 de septiembre de 2012

Frío


Le doy dos vueltas a la llave lentamente, intentando no hacer demasiado ruido, y abro la puerta de casa. Enciendo la luz de la entrada y me doy cuenta de que la puerta del pasillo está completamente abierta, así que decido darme prisa, volver a cerrar la puerta principal con llave y echar el pestillo, y me dirijo hacia mi habitación, la cual se encuentra a unos siete pasos en línea recta. Tras haber apagado la luz de la entrada, enciendo la de mi cuarto, que es la única que quedará encendida durante ese pequeño período de tiempo en el que me quito la ropa para poder ponerme el pijama aún de verano, me lavo la cara con una toallita húmeda para conseguir quitarme todo el maquillaje y me cepillo el pelo rápidamente, para poder deslizarme entre mis cálidas sábanas. Apago la luz y cierro los ojos pero no consigo conciliar el sueño. Mi mente le da demasiadas vueltas a lo ocurrido esa misma noche y hace que mi corazón se acelere de una forma que llega a asustarme. Respiro profundamente e intento dejar la mente en blanco, pero se me hace imposible. Por si no fuera suficiente, a pesar de que mis sábanas están calentitas, mi cuerpo tiene frío y es por eso que me veo obligada a levantarme para buscar en mi armario una manta. Vuelvo a la cama, pero no consigo dejar de tener frío. Me levanto nuevamente y esta vez busco en uno de mis cajones dos calcetines largos y una chaqueta que suelo utilizar para estar por casa cuando es invierno. Subo la cremallera de ésta para que no me moleste y vuelvo a meterme en la cama. Parece que esta vez mi cuerpo comienza a calmarse y a recuperar el calor, así que tras haber estado unas cuantas horas dando vueltas, consigo dormirme un rato.

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