miércoles, 16 de enero de 2013

Verba volant, scripta manent

Yo opté por quedarme callada y pensar; creía que aquello era lo mejor. Acababa de leer la carta escrita con buena caligrafía. Lentamente, la volví a doblar y la guardé en su sobrecito de color violeta con pequeñas nubes azules. Me dolía el estómago... o quizá era el pecho. Reprimí las lágrimas y sonreí; no podía permitirme llorar en la fiesta de mi cumpleaños. Aunque aquello dolía. La carta estaba repleta de frases bonitas, de virtudes, de no cambies, de palabras llenas de sentido que parecían estar vacías. Sin duda, era el pecho, no el estómago. Los recuerdos aparecían de uno a uno en mi mente y rápidamente se desvanecían. Y yo me preguntaba por qué. Por qué aquellas palabras pretendían ser totalmente distintas a los hechos. Días sin hablar, planes, viajes, borracheras sin mí; secretos, falsas palabras, excusas. Y después me encontraba leyendo un trozo de papel en el que se me decía que, a pesar de las dificultades, todo se supera y que una amiga está siempre en el corazón.   La carta se encuentra ahora bien guardada porque, con el tiempo, la memoria es traicionera y lo único que permanecen son las palabras.

1 comentario:

  1. Me ha parecido un texto realmente muy bonito, a pesar del tono que lleva y la ultima frase me parece totalmente cierta! Me encanto :)
    Un beso, me paso ♥
    http://believebreathedream.blogspot.com.es/
    Pd: Aprende a bailar bajo la lluvia ∞

    ResponderEliminar