Cuantas veces habré comenzado a escribir, intentando hacerlo con la mayor exactitud posible, dando detalles de cómo se siente realmente, de cómo se ven las cosas desde mi punto de vista. Habré empezado a mover mis dedos sobre el teclado del portátil, apretando sobre cada tecla indicada para intentar que las palabras comenzaran a fluir y así conseguir desahogarme. Pero una vez llego a poner ese punto final, siento que lo recién escrito está vacío, no tiene sentido dejarlo leer, así que mi dedo índice se mueve hacía la tecla de borrado y se queda el tiempo necesario sobre ella, mientras yo miro como todo aquello que había dejado salir de mi interior se va borrando letra a letra. Una vez vuelve a estar todo en blanco, me quedo un tiempo mirando la pantalla, preguntándome si habré hecho lo correcto, no guardar aquello que había realizado y después borrarlo completamente. No dudo, y cierro la ventana pues realmente, hay una parte de mi interior que se queda pensando ¿a quién le hubiera interesado leer aquello?
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